miércoles, 17 de febrero de 2016

Cosas que pasan

Hoy me he llevado una gran decepción. Sí. De las buenas. Parece mentira que a mis cincuenta tacos todavía me pase esto. No tengo ganas ni de contarlo con guasa. Mi madre que batacazo me he llevado. Es un tema laboral pero es que yo las cosas me las tomo a pecho, y el trabajo es (o era?) una de ellas. Pero ha ocurrido algo curioso, ha sido casi instantáneo, en el mismo momento de sentir esa decepción también he pensado, primero: que puedo corregir mis errores, puedo reaccionar y mejorar lo que es cierto que he hecho mal; segundo: que los errores siempre son más visibles que los aciertos, aunque hayas ido más allá de tus obligaciones, comete un error y estás fulminado; tercero: en un trabajo nunca debes decir lo que piensas, jamás, pecado, es mejor callarse y en caso de padecer de incontinencia verbal siempre dar la razón (observa a tu alrededor, y verás como hay a quien le funciona. La sinceridad para ti y los tuyos), y cuarto: que tengo un entorno que es una maravilla, porque justo cuando había pasado el "suceso" me ha llamado mi marido, él no sabía nada, claro, pero ... oírlo a él, ver una foto que me ha mandado mi hija, un washap de mi cuñi con un vídeo de una chirigota, leer los últimos mensajes que he intercambiado con mi hermana, y con mi mejor amiga ... bueno, cuando he reparado en todo eso junto, resulta que me doy cuenta de que eso es mi vida. (Ojo, también ha ayudado que mi compi-amiga estaba conmigo. Hemos pasado el disgusto juntas) El trabajo es una serie que prefiero que sea de las que a mí me gustan y disfrutar con ella, claro que sí, pero cada día es un capítulo, que empieza cuando entro  y termina cuando salgo, entonces "apago" y me voy a mi vida, esa que es plena y me gusta. Estoy contenta, hoy he aprendido algo nuevo. Mi vida está bien, pero que muy bien. Voy a recurrir a Vero Rodríguez otra vez, que tiene una ilustración que refleja bien como me siento.


Gracias persona a la que aprecio a pesar del disgusto que me has dado, porque gracias a eso he aprendido algo estupendo. Y además cuando he llegado a casa le he estampado a mi churri un besazo que lo he dejado turulato.

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