domingo, 20 de marzo de 2016

BENDITA PRIMAVERA ...

Por qué me gusta


Pensamientos buenos

National Geographic

Y es que no sé el motivo pero a mí la primavera me trae un especie de renovación total, como una catarsis en la que mi mente empieza a liberarse de los nubarrones grises y empieza a ver nubes de colores, se me llena la cabeza de color. Es, sin duda, mi estación del año preferida, en la que  la tierra empieza a llenarse de verde y color. Sí, sé que es la estación más estropiciadora para las alergias, y entiendo que haya gente que la deteste, pero yo la adoro. Soy capaz de canalizar mucho mejor las emociones y los pensamientos negativos, tengo una mayor tendencia a querer ver las cosas desde un prisma diferente, más conciliador. Cuidadín, que lo que no me entra no me entra ni en primavera ni en verano ni en ninguna época, es decir que aquel a quien no pueda ver ni en pintura ya se me puede aparecer con un rosal de pitiminí atado a la cabeza que yo le voy a ver un cardo borriquero.

Los días se alargan

shariqua.wordpress
Empiezas a ver la luz al final del camino, es decir, salgo de la oficina y todavía veo algún rayito de luz que me indica que sol salió y ya se va a dormir, pero que estuvo esperándome. Es un preludio de lo que tiene que venir, tardes bonitas que se acercan a medida que pasan los días y que algunas veces llenan el cielo de un suave tono rosa cuando entra el anochecer, y te entran unas ganas locas de pasear, de andar despacito, de oler, de cerrar los ojos y de sonreír. 
La luz es vida.

Porque acaba en una verbena!

Acaba la primavera y empieza el solsticio de verano, la noche mágica de San Juan, fuego, noche, misterio ... hay quien sigue rituales para quemar todo aquello que quiere alejar de sí, después estará la habilidad de cada uno en conseguirlo. Pero me gusta empezar el verano con una fiesta, aunque el verano no sea mi época favorita por aquello del sudor y que los pies y los tobillos se me ponen como mamporros. Sin embargo me encanta la playa, una de las delicias del verano para mí es, como no, el atardecer, esté donde esté. No hay nada que me relaje más que acercarme a la playa cuando tengo oportunidad , a media tarde, cuando el sol está bajo, la mar en calma, y hay poca gente. Disfruto como una niña. Y aún recuerdo una vez en la que un nubarrón se acercaba amenazador y mi amiga, CEP, la mejor amiga que he tenido nunca, la de voz de sirena, y yo, nos metimos en el agua y empezó a llover. Desde el agua veíamos a la gente que momentos antes deambulaba por el paseo, amagada bajo los toldos de las tiendas y los bares, pero la playa estaba desierta y parecía que no había nadie más en el mundo, sólo CEP y yo, disfrutando de ese momento, hablando de nuestras cosas o calladas y mirando al cielo para ver como las gotas venían hacia nosotras y hacían el mar más grande. 
Todopaisajes

Y sobre todo, ante todo y por encima de todas las cosas: por la flores.

Lo he dicho y lo repito sin parar, me encantan las flores, algunas me fascinan, tengo incluso alguna favorita, las flores blancas, pero en definitiva todas las flores me gustan. Solo hay un problema entre las flores y yo, y es que yo no les gusto a ellas. No sé que les habré hecho pero yo tengo la impresión que es acercarme a ellas y se chuchurren. No sé cuidarlas, o las agobio y las ahogo, o las dejo y mueren de inanición. Así que mi marido optó por cuidarlas él, y creo que él sí que les gusta porque le sobreviven más. Pero el caso es que estoy encantada de que existan, no me importa que ellas no me quieran, el cariño que les tengo es incondicional porque hacen que mis primaveras me resulten más cautivadoras y mis veranos mucho, mucho más llevaderos.
Pensamiento blanco


Orquídea azul

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Verbenas









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